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EVARISTO FERNÁNDEZ DE VEGA
Lunes, 17 de febrero 2020, 07:38
Tener una meta en la vida es importante. Mucho más para quienes han vivido en la calle. O para aquellos que todavía no se han hecho hueco en un país al que llegaron a bordo de una patera. La meta definitiva para estos excluidos de la sociedad es la reinserción, un objetivo en el que trabaja Zapatillas Solidarias, una asociación impulsada por el pacense Javier Rosado López, que ha encontrado en el deporte una herramienta capaz de ayudar a quienes perdieron, o todavía no han encontrado, una ilusión que les anime a vivir.
El creador de este grupo de voluntariado nació en Valencia, pero muy pronto se trasladó a Badajoz, una ciudad en la que residió hasta completar la Ingeniería Industrial que le abrió las puertas del mercado laboral.
Tras completar su carrera en la UEx se trasladó a Madrid. Eso ocurrió hace nueve años y en la actualidad forma parte de la Oficina de Transformación de Telefónica, un departamento que tiene como objetivo innovar en los métodos de trabajo de esta compañía internacional para ganar en eficiencia.
Esa es su profesión, pero hace ahora dos años Javier decidió poner en marcha una actividad que utiliza el deporte para mejorar la vida de quienes se sienten «abandonados por la sociedad».
'Zapatillas solidarias' ofrece a personas en situación de exclusión social la posibilidad de pertenecer a un grupo de entrenamiento que anima a participar en carreras deportivas populares. Incluso prepara para competir en pruebas de mayor nivel si el usuario tiene unas buenas cualidades físicas.
«Yo he jugado mucho al tenis y ahora practico el triatlon. El deporte me ha dado mucho en la vida -explica Javier Rosado-. Y lo mismo que me ha ayudado a mí, puede ayudar a personas que tienen problemas mucho más grandes que nosotros».
Desde el primer momento, 'Zapatillas Solidarias' comenzó a colaborar con la ONG Desarrollo y Asistencia, que tiene una gran implantación en Madrid y presta apoyo a centros sociales en los que se atiende a personas sin hogar. «Nos encontramos con personas que han perdido la ilusión por vivir. Muchos ya no tienen ni siquiera una meta en la vida. La idea es que esta vinculación con el deporte les sirva como método de desarrollo personal y que les ayude en la adquisición de hábitos saludables y a la hora de marcarse objetivos que les permitan mejorar».
Para conseguirlo les ofrecen la posibilidad de tomar parte en grupos que entrenan semanalmente para participar en pruebas populares con recorridos asequibles o competiciones con mayor exigencia física. «Prepararse para una simple prueba de 10 kilómetros puede convertirse para ellos en una razón para levantarse».
Javier Rosado es consciente de que este tipo de retos «puede parecer una tontería» a quienes no sufren problemas de desarraigo, pero no ocurre lo mismo con aquellos que se sienten excluidos. «Esforzarse y tener una meta les aumenta la autoestima. Les da un beneficio físico y anímico».
En la actualidad existen tres grupos de entrenamiento distintos que inscriben a los participantes en carreras que se celebran en distintos puntos de Madrid. Los entrenamientos se realizan todos los fines de semana -Javier dirige uno de ellos-, y en cada una de las sesiones se marcan metas asequibles.
El fundador de Zapatillas Solidarias explica que entre los usuarios hay personas que han sufrido maltrato cuando eran niños o que han vivido en la calle durante un largo período. «Es emocionante ver cómo personas con historias muy duras poco a poco se van transformando y empiezan a confiar en ellas mismas».
Todos ellos tienen cubiertas sus necesidades materiales en los centros en los que viven, pero los avances que consiguen a través del deporte les permiten mejorar su autoestima y volver a creer en sus capacidades. «El deporte les cambia un poco la vida y mejora su estado anímico. Ves cómo se van empoderando poco a poco, es brutal el cambio que hay. Sobre todo se ve mucho en las carreras. No son la misma persona cuando entran en la meta y ven que lo han conseguido».
El apoyo que reciben de la Fundación Telefónica es fundamental para el funcionamiento de los tres grupos que funcionan en Madrid y para el que se ha creado en Bogotá (Colombia).
La principal ventaja de esta asociación es que está impulsada por personas que trabajan de forma voluntaria. Sin embargo, tienen que hacer frente a los costes de traslado a las pruebas, a la inscripción de los participantes y a algunos gastos en materiales. «También nos estamos planteando contratar a un entrenador para dinamizar los entrenamientos, porque en ocasiones hay personas que corren poco y otras que corren mucho y es importante que todos salgan con la sensación de haber mejorado».
El siguiente reto que se plantea Javier Rosado es poner en marcha un grupo de entrenamiento en la ciudad de Badajoz. En Navidad ya se reunió con el concejal de Servicios Sociales, Antonio Cavacasillas, y con el edil de Deportes, Juancho Pérez, a quienes les planteó la posibilidad de comenzar a funcionar. «Seguramente sea un grupo que vaya dirigido a personas con pocos recursos, es algo que estamos estudiando. Pero lo importante es ofrecer oportunidades a quienes más lo necesitan».
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