Ana Belén Guisado,del Colegio de Psicólogosde Extremadura, atendiendoel teléfono de emergencia. HOY

Los teléfonos del desahogo

Escucha. Decenas de psicólogos atienden voluntariamente estos días llamadas que hablan de soledad, estrés por el encierro, miedo al contagio, de la muerte o del temor a perder el trabajo

Martes, 21 de abril 2020, 07:34

Para los que el coronavirus le ha golpeado en primera persona, para los que se arriesgan por ayudar a otros y para los que temen más la soledad que el contagio hay en Extremadura un batallón de psicólogos voluntarios que ofrecen sobre todo, escucha, un bien de primerísima necesidad en estos momentos.

En los teléfonos del desahogo se habla estos días del miedo que tiene el que está contagiado, del familiar que no puede ayudarle, del que combate al virus con la incertidumbre de si lo meterá en su casa, de la muerte en solitario y sin funeral, del temor a salir del confinamiento y entrar en la lista de paro... «Preocupaciones y miedos que son normales en una situación que no lo es», resume Ana Belén Guisado, una de los dieciocho psicólogos que atienen el teléfono gratuito que el Colegio de Psicólogos de Extremadura ha puesto en marcha.

  • Colegio de psicólogos de Extremadura 608525286, De lunes a domingo de 9 a 21 horas.

  • Teléfono de la Esperanza 924222940 y 927627000. Funciona las 24 horas al día.

  • Para las personas mayores. En Badajoz, 900150025 de lunes a viernes de 10 a 14 y de 17a 21 horas. En Cáceres 927030089 en horario de mañana y 927030360 de tarde.

Ella ha palpado que los miedos de quienes les llaman han ido evolucionado a la par que la pandemia. «Al principio del confinamiento eran personas con ansiedad por la incertidumbre de qué iba a suponer todo esto. Ahora de las preocupaciones se ha pasado a los hechos reales. Llaman personas infectadas que están aisladas, familiares que no pueden cuidarlos y, según aumentan las muertes, personas que están viviendo un duelo en soledad porque han perdido a un ser querido sin poder despedirse».

Algunos ni siquiera tienen voluntad de buscar ayuda. Marcan el teléfono aconsejados por sus médicos de cabecera o por los trabajadores sociales. «Las personas somos muy resistentes pero nunca nos hemos enfrentado a algo así y nosotros lo que tratamos es de normalizar las emociones y ayudar a gestionarlas».

Guisado alerta de la necesidad de cuidar la salud mental durante el confinamiento. «El objetivo de la atención psicológica de emergencias es prevenir el agravamiento de unas preocupaciones o miedos que pueden derivar en depresiones o duelos patológicos». Las alertas se encienden, añade, «cuando las emociones nos superan, cuando además de la tristeza dejo de asearme, de alimentarme en condiciones o de preocuparme por mí...». Si se ha traspasado ya esa frontera, al otro lado del teléfono está la ayuda.

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La soledad era ya una pandemia entre las personas mayores antes de que llegara el coronavirus. Con su irrupción y el consiguiente encierro para frenar los contagios, la soledad la siente aún más. Todos sus espacios de socialización los tienen vetados. Las sedes de sus barrios a los que iban a bailar, a la peluquería o al podólogo están cerrados y las visitas familiares son sin contacto: bolsas de la compra y medicamentos se quedan en los rellanos.

El psicólogo Francisco Carlos Vicioso atiende las llamadas de las personas mayores de Badajoz. HOY

Lo saben bien los psicólogos que están detrás de los teléfonos que los ayuntamientos de Badajoz y Cáceres han habilitado para atenderlos. Francisco Carlos Vicioso es uno de los psicólogos que atiende al teléfono para los mayores de Badajoz. «Detecto en ellos más tristeza por el aislamiento que miedo al virus. Hay mucha necesidad entre la gente mayor de contacto, de afecto, de conversación», dice.

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Eso es lo que buscan quienes marcan el número que el Ayuntamiento de Badajoz ha puesto para ellos. Aunque, en realidad, no son directamente los mayores los que toman la iniciativa, si no sus hijos o algún familiar. «Hablo con más mujeres que hombres, de más de 80 años y la mayoría viven solas. Tienen sus necesidades cubiertas, pero han perdido el contacto personal». Con esa realidad, las llamadas –aprecia– «si no las planificas pueden ser eternas porque hay mucha necesidad de desahogo».

Hay otra línea de teléfono para cuidar a los que cuidan. La ha puesto en marcha Cruz Roja Extremadura para atender a los más de 800 voluntarios que estos días trabajan haciendo traslados hospitalarios, llevándole la comida y la cena a los niños de familias sin recursos, haciéndole la compra a los mayores o reponiendo sus medicinas. Para ellos, hay 27 psicólogos que intentan remediar «la ansiedad y el estrés de las situaciones que están viviendo», explica Montaña Durán, directora de voluntariado de Cruz Roja.

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