JAVIER SÁNCHEZ PABLOS
Jueves, 28 de noviembre 2019, 08:55
Pizarro vuelve a hacer historia en Perú. En esta ocasión, se trata de una conquistadora de corazones en zonas deprimidas en la periferia de Lima. Para ello, ha utilizado sus mejores armas, como son su sonrisa, su alegría y su fe católica. Se trata de la joven trujillana Raquel Pizarro, que se fue para una estancia de seis meses con billete de vuelta y ya lleva diez años en aquellas tierras.
Con esa mismo entusiasmo, atiende a la llamada de HOY, a las 16.30 hora peruana, para hablar de la campaña que ha iniciado en Extremadura, a través de sus contactos y del whatsapp, con el fin de «llevar una Navidad diferente a 250 niños». El objetivo es el apadrinamiento de esos pequeños con una aportación de cinco euros. Con el dinero recaudado hasta el 12 de diciembre, tanto en España, como en otras partes del mundo, se comprarán regalos, dulces y material escolar dirigidos a esos menores de zonas deprimidas. Antes de esa larga conversación, esta joven misionera estuvo, como cada día de lunes a viernes, en la facultad, ya que está terminando sus estudios de Teología.
Raquel Pizarro forma parte desde 2011 al Instituto Secular Cruzadas de Santa María. Recuerda que siempre había tenido la inquietud de ayudar a los demás. En su época universitaria en Salamanca, con sus estudios de Biotecnología, conoció al movimiento juvenil de las milicias de Santa María. A partir de ahí, surgió la posibilidad de viajar a tierras peruanas, en un principio, por esos seis meses. Sin embargo, se dio cuenta de allí podía ayudar mucho más de lo que esperaba. Por tanto, decidió quedarse. «Fue el camino que me mostró Dios», matiza.
Aunque echa de menos «la patria», tiene claro que cada vez le llena más su labor. Igualmente, no tiene dudas de que siente «el calor» y el cariño de los limeños. De hecho, considera que una de las virtudes de los peruanos, además de la comida, es que el que llega de fuera se siente como en casa.
Raquel explica, con un acento peruano acentuado, que su institución se dedica a la formación de jóvenes, bien en universidades, bien en colegios, para que «sean buenos profesionales, buenas personas». Para completar esa formación, llevan a cabo actividades para ayudar a las personas con menos recursos de Lima. Para ello, cuentan con tres grupos de jóvenes. Uno de ellos trabaja con ancianos, ayudándoles en su desarrollo de habilidades y un segundo está dedicado al desarrollo de una labor social, como puede ser la reconstrucción de viviendas.
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También hay otro grupo que trabaja con menores, mucho de ellos en situaciones críticas, con familias con problema de droga, de violencia y de abandono. Llegan a ellos mediante sacerdotes que trabajan sobre el terreno y les piden ayuda. «Es fácil conseguir la sonrisa de un niño en esta situación», sostiene.
Esa ayuda solidaria con estos menores se realiza los fines de semana. Para ello, los sábados se reúnen con los grupos de jóvenes y los domingo salen a esas periferias para poner en marcha lo programado. Reconoce que ahora los esfuerzos se centran en que pasen una Navidad diferente, con esas aportaciones de cinco euros. Eso sí, matiza que no solo se pretende contar con cosas materiales, sino también la intención es «llevarles que la verdadera Navidad es Jesús». Para ello, además de esos regalos, se realizan teatros y pequeñas manualidades para que se las lleven a sus casas.
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Esas colaboraciones económicas se pueden hacer a través de una cuenta bancaria. Con rotundidad, Pizarro asegura que todo el dinero llega para el fin propuesto. Además, «lo hacemos todo transparente». Una forma de justificación es el envío de fotografías y vídeos con el material y los regalos comprados. Este tipo de ayuda no solo se recibe de España, sino también de Alemania y Estados Unidos, además de Perú. «Allí donde tenemos amistades, hacemos que llegue la información para que puedan apoyarnos», señala. Cuantas más colaboración a más menores se puede llegar.
Esta trujillana reconoce que en estos diez años le han pasado muchas cosas. Sin embargo, insiste en que cree que es la misma persona que se fue un día a tierras trujillanas. De hecho, explica que lo que le movió a estudiar Biotecnología era para ayudar a las personas, a través de la investigación y la medicina.
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Ahora, cree que esa inquietud sigue siendo la misma, aunque los medios sean diferentes. Ahora, se dedica a llevar un mensaje de esperanza, ante las dificultades, añade.
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