Las ONG se reinventan para seguir ayudando

Captar fondos. Organizar un concierto benéfico o una cena solidaria es misión imposible, pero ahora realizan actuaciones 'online', carreras virtuales e incluso cenas por Internet

EVARISTO FERNÁNDEZ DE VEGA

Viernes, 5 de febrero 2021, 10:00

Las organizaciones no gubernamentales siempre han sido especialistas en estirar el dinero. Con poco, han hecho mucho, una valiosa habilidad que cobra más importancia ahora que las restricciones sanitarias les impiden llevar a cabo campañas para captar fondos. Con las limitaciones actuales es complicado organizar un concierto, un desfile de moda, un rastrillo o una tómbola.

Cuando en marzo comenzó la pandemia, las ONG confiaron en que fuera algo pasajero. Pero diez meses después comienzan a tener la certeza de que el virus ha llegado para quedarse un tiempo. «Precisamente esta semana nos hemos reunido de forma virtual para analizar la situación y buscar nuevas formas de impulsar nuestra tarea», explica Ana Correa, secretaria de Cáritas Diocesana de Mérida-Badajoz.

Esta organización casi ha multiplicado por dos los fondos que le han llegado a través de su página web y la cuenta de bizum. «Por ahí recibimos más fondos, pero esos 20 euros que entregaban muchas personas mayores en mano ahora no llegan porque apenas salen de casa».

Manos Unidas tuvo que suspender su concierto de Navidad pero la campaña de recogida de pesetas está siendo un éxito

En el caso de Cáritas, a esa circunstancia se puede sumar otra que también está influyendo: la asistencia de fieles a las iglesias se ha reducido por las restricciones y eso repercutirá en las colectas que en distintos momentos del año se destinan a esta organización de la Iglesia Católica.

Las dificultades son generales para todas las organizaciones y durante los últimos meses han surgido iniciativas que tienen el doble objetivo de dar a conocer los proyectos y recaudar fondos. El último ejemplo tuvo lugar el 15 de enero. Ese día, la cantante Pilar Boyero y el pianista Pedro Monty actuaron en casa de Marco Sánchez, un informático pacense afectado por la esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Ese concierto íntimo pretendía ser un regalo a este paciente. Pero iba más allá: quería dar visibilidad a la ELA y reunir fondos que pudieran nutrir las iniciativas de la asociación ELA Extremadura. Para ello, se retransmitió por Internet y se facilitaron canales para realizar donaciones.

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No es la primera actuación virtual que promueven las asociaciones y ONG de Badajoz. En diciembre, la Fundación Atabal organizó su X Cena solidaria. Las anteriores se habían celebrado en el Palacio de Cristal del Hotel Río con 500 comensales, pero esta vez se trasladó a Internet.

La cena contó con la colaboración musical del grupo 'Diván du Don' y en el montaje se incluyeron testimonios de pequeños de Sierra Leona que se benefician de los proyectos impulsados desde Badajoz. «Asistieron a la cena más de 200 personas y se consiguió una buena recaudación», destaca Peligros Folgado, presidenta de esta fundación. A los 'comensales' se les ofreció la posibilidad de costear un primer plato (10 euros), un segundo plato (20 euros) o el menú completo (30 euros).

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En Atabal también han lanzado una campaña de venta de mascarillas solidarias confeccionadas por mujeres de Valverde de Leganés y también por mujeres de Sierra Leona, otra vía de financiación.

La venta de mascarillas también ha funcionado en Proclade, la ONG de los misioneros claretianos, y estos días se prepara una carrera virtual de Entreculturas, la organización no gubernamental de los jesuitas. Será el 20 y el 21 de febrero y ante la imposibilidad de hacerla en la calle de forma masiva se ha convocado de forma virtual en ciudades de España y América Latina. «A través de nuestra página web se puede descargar el dorsal para andar o correr la distancia que cada uno quiera, solo o en compañía», adelanta Sonia Fernández, la pacense que coordina a nivel nacional el área de Personas y Equipos de Entreculturas. Cada participante realizará una contribución económica y se les anima a enviar una fotografía en la que se les vea su dorsal haciendo el recorrido.

Jesús Uribarren, de la ONG de los maristas SED, coincide en que la situación actual dificulta la realización de actividades, pero no impide mantener viva la llama de la solidaridad. «Las cosas no se pueden hacer como antes, pero hay que seguir trabajando. En la campaña de recogida de alimentos que hicimos en Navidad pedimos a los niños que trajeran los alimentos por clases, para que no se juntaran todos a la vez, y terminó resultando un éxito».

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Nuevas formas de trabajo

Cáritas también trata de adaptarse. Esta semana ha organizado una reunión virtual para explorar nuevas formas de trabajo. «Ahora es más difícil hacer la acogida. Nuestros voluntarios siguen entregando los alimentos, pero el trato personal se hace más difícil y eso supone un problema a la hora de atender a las familias y conocer sus necesidades».

Esa circunstancia también afecta a otros proyectos solidarios que se prestan en la ciudad, como ocurre con el comedor de la calle San Pedro de Alcántara, atendido por las voluntarias de San Vicente de Paúl. En la actualidad reparte bolsas de comida pero no puede abrir el comedor por la dificultad que entraña mantener la distancia. «Siempre ocurre que los que menos tienen son los que más pierden», reflexiona sor Juana, que pertenece a la congregación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, conocida en la ciudad por gestionar el otro comedor social, el de la calle Martín Cansado.

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Esta religiosa representa a la ONG Covide-Ambe, la ONG para el desarrollo que colabora con los proyectos de esta congregación. «Se ha reducido mucho el contacto personal y eso lo dificulta todo».

Manos Unidas también sufre las restricciones de movilidad y de reunión. Hace tiempo que suspendieron la reunión de los jueves por miedo a que sus voluntarias, la mayoría jubiladas, pudiesen contagiarse. También tuvieron que cancelar el concierto solidario de diciembre, cuyo éxito estaba asegurado por la participación del Coro Amadeus, y no pudieron organizar el rastrillo de Navidad. «Todo es más difícil, pero no imposible. La campaña que lanzamos para recoger pesetas está siendo un éxito, incluso hemos tenido que ir a una de las farmacias de Badajoz con un carrito para traernos todas las monedas y algún billete de 2.000 pesetas», cuenta ilusionada Mari Murillo, la voluntaria que coordina los eventos.

Su alegría simboliza la entrega de quienes tratan de hacer frente a la pandemia para seguir cumpliendo con la tarea de ayudar a quienes menos tienen.

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