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La teleeducación no es tan sencilla. Lo saben muy en el colegio Machado de Mérida. Trabajan con setenta alumnos de primaria con riesgo de exclusión social. El centro se encuentra cerca de la Consejería de Educación. En San Lázaro, junto al Tercer Milenio, y esta semana ha recibido el sello de la Junta por sus buenas prácticas en el uso de las tecnologías de la información y la comunicación. Fue por lo que hicieron el año pasado durante el confinamiento. Muchos de sus alumnos no tenían ordenador ni conexión a la red en casa. Daniel García y Jesús Molina, dos de los docentes del centro, explican que cuando se decretó el estado de alarma se arriesgaban a una desconexión total de sus alumnos. A un absentismo digital casi al completo. Por eso empezaron a buscar ordenadores y organizaciones de apoyo. Repartieron todos los que tenían en el colegio y contactaron con Ayuda en Acción para que suministrara dispositivos con tarjetas SIM. Consiguieron reenganchar al cien por cien de sus alumnos.
Pero no solo hubo que saltar la brecha digital. También la social. Familias que trabajan en los mercadillos se quedaron sin ingresos durante meses y los jornaleros del campo, acostumbrados a acudir centrales de fruta y de cooperativas tampoco podían moverse por los cierres perimetrales.
El colegio también repartió comida durante el tercer trimestre a las familias. Lo hizo, igualmente, gracias a Ayuda en Acción.
La cara visible, explica Daniel Martín, es el logro digital, pero detrás hay un intenso trabajo social que hace que realmente sirva para algo lo digital. «Podríamos haber hecho la mejor página del mundo, pero sin los problemas de conexión y de reparto de comida solucionado, no se hubiera conectado nadie».
Con lo más básico ya solucionado. El siguiente paso fue crear una plataforma propia para los alumnos en las que pudieran seguir con las clases, resolver dudas, subir los deberes. La llamaron Educacirus Machado. La llenaron de contenido y fue la herramienta habitual durante el trimestre. Rayuela, el medio oficial para interactuar con los alumnos, resulta poco fluido para comunicación cotidiana. Por eso sumaron a la plataforma grupos de Whatsapp y de Telegram. «Conseguimos unos niveles de seguimientos a las clases muy aceptables para la situación de la que partíamos», recuerdan los profesores.
Los profesores del Machado huyen de la estigmatización de su alumnado. No creen que hayan sufrido más problemas que el resto de niños de la ciudad que tuvieron que terminar el curso en casa, pero al tener más necesidad, quizá sí fueron más conscientes de lo que era la pandemia.
Educavirus Machado tuvo tanto éxito que ha tenido continuación este curso. En un principio, como herramienta para las aulas confinadas pero se ha trasladado a la rutina diaria de cada día. Por fortuna, el Machado, de momento, no ha tenido que confinar ninguna clase en lo que va de curso. Pero la herramienta digital se sigue utilizando. Los maestros han observado que ayuda a la motivación y la convivencia del colegio. Mantienen un blog diario que actualizan continuamente, los niños mandan mensajes de ánimos a sus compañeros a través de la plataforma y sirve además para mantener el contacto entre el colegio y las familias. El centro siempre implica a las familias en todos sus proyectos educativos, pero este curso no pueden entrar los padres al recinto, la plataforma Educavirus Machado mantiene la relación. Desde el centro agradecen también el empeño de los maestros. «Ha sido un paso evolutivo en digitalización sin precedentes que ahora aprovechamos». El trabajo intenso de que implica preparar contenidos digitales propios solo resulta eficaz cuando hay un trabajo en equipo.
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