José M. Martín
Jueves, 26 de julio 2018, 06:19
Ucrania, Siria o Gambia son algunos de sus estados de origen; los motivos de su marcha, muy diversos. Hay quienes han llegado a Extremadura huyendo de la guerra, otros dejan su hogar porque son perseguidos a causa de su género u orientación sexual, y también los hay que son víctimas de represión política. En común, que no tienen garantizada la seguridad en sus países y que durante la presente campaña de recogida de la cereza han obtenido un trabajo en el Valle del Jerte.
Publicidad
Más información
En total han sido una decena de refugiados los que han logrado un empleo en la cerecera de este año. La iniciativa parte de la oenegé Accem Cáceres, que trabaja con demandantes de protección internacional que se ven obligados a salir de su país por alguna de las circunstancias que marcan los derechos humanos. Desde que comenzó esta tarea, en 2015, dos centenares de personas han solicitado asilo a través de Accem.
El principal objetivo de la organización es favorecer la plena integración de los solicitantes en Extremadura. Para ello, lleva a cabo una serie de acciones de asesoramiento, orientación y acciones formativas, con las que se pretende facilitar el acceso al empleo. «Tener un puesto de trabajo y una formación en el país de acogida es muy importante para que la persona se sienta integrada», explica María Fernández, responsable de Accem en Cáceres, que añade que un empleo sirve para ampliar las redes sociales y adquirir autonomía. «No es lo mismo tener la sensación de que te están ayudando a la de ser capaz de salir adelante por ti mismo, con un sueldo digno», puntualiza Fernández.
Con esta intención se desarrolla el programa Red Ariadna, cuya denominación más amplia se refiere a la integración sociolaboral de solicitantes y beneficiarios de protección internacional. En este ámbito, los técnicos de Accem contactaron con agricultores del Valle del Jerte, aunque las acciones se coordinan con la Agrupación de Cooperativas, la Mancomunidad y los Grupos de Acción Local de la comarca. «La idea surge por las necesidades que detectamos en los beneficiarios del programa de protección y porque muchos de ellos tienen experiencia y formación en agricultura», indica Fernández, que también señala que hay muchos otros que están en posesión de títulos universitarios en sus países de origen.
A raíz de ese contacto, las peculiaridades de la cerecera de este año -con una maduración tardía y el bajo precio que están recibiendo los productores de la fruta- han hecho que se produzca una escasez de mano de obra y que los agricultores hayan requerido los servicios de personas con menos experiencia en la recogida de la cereza. «Ha habido que enseñarles y tener un poco de paciencia, pero ellos vienen dispuestos a trabajar y, sobre todo, a buscar una vida nueva», admite Ricardo Alonso, el dueño de una explotación en El Torno, la localidad en la que han logrado trabajo la mayoría de los refugiados acogidos a este programa.
Satisfacción
No todos los usuarios de Accem han podido estar empleados al mismo tiempo y sus contratos han dependido de factores relacionados con la cosecha, como los parones en la recogida que han dejado cerezas colgadas en los árboles. Por lo que, en la mayoría de los casos, los trabajos han sido discontinuos. Una vez que se puso en marcha la colaboración, «ya hay quienes nos llaman directamente cuando necesitan personal y nosotros le facilitamos el contacto de las personas que quieren trabajar», afirma satisfecha la responsable de la oenegé.
Para participar en el programa, los propietarios de las explotaciones agrícolas tienen la obligación de facilitar un alojamiento a los trabajadores, para que no tengan que desplazarse diariamente desde Cáceres. Además, Accem realiza un seguimiento de las condiciones y se asegura de que tanto estas como el salario que perciben son dignos. En lo referente al sueldo, se concreta directamente entre empresario y trabajador. «No está existiendo ningún problema al respecto», asegura Fernández, que se muestra contenta con el modo en el que está transcurriendo esta primera experiencia con la campaña cerecera y reconoce que para los miembros de la organización es muy gratificante y que las personas que logran empleo se encuentran felices por ello.
Publicidad
Desde el punto de vista de los agricultores la satisfacción también es la nota predominante. «Son personas muy trabajadoras y tienen ganas de hacerlo bien, pero siempre hay quien funciona mejor y quien no tanto», comenta Roberto Alonso, otro productor del Jerte, a quien desde el primer momento le pareció una buena idea ayudar a la integración de los beneficiarios del programa de protección.
Estos buenos resultados conllevan a que desde Accem se continúe buscando nichos de empleo para sus usuarios. «Hacemos un llamamiento a los empresarios para que se animen a contratar a personas refugiadas, porque una oportunidad laboral es muy importante para ellas y tenemos unos perfiles muy variados», remarca Fernández.
Publicidad
PRIMER MES GRATIS. Accede a todo el contenido
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Circula sin dos ruedas, en sentido contrario y triplica la tasa de alcohol
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.