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Integrantes de la oenegé Madre Teresa junto a fotografías de niños que apadrinan en la India.
Padrinos extremeños con manos en la India

Padrinos extremeños con manos en la India

La oenegé Madre Teresa se fundó Cáceres por iniciativa del párroco Ramón Piñero y hoy cuenta con más de 70 socios y apadrina a más de 60 niños

Álvaro Rubio

Martes, 19 de septiembre 2017, 07:45

Ramón de la Trinidad Piñero Mariño nació en Mérida el 7 de marzo de 1963. Desde pequeño supo que su vocación era ayudar a los demás. Y eso lo ha llevado hasta sus últimas consecuencias. Con 19 años ingresó en el Seminario Mayor de Cáceres y luego estudió Teología Dogmática por la Universidad Pontificia de Salamanca. Actualmente es párroco en la iglesia San José de la capital cacereña. Sin embargo, su labor no se limita al lugar en el que vive. Su corazón está dividido entre Extremadura y la India. Ha viajado a ese país en varias ocasiones y asegura que la mirada de su gente le conquista siempre. Ese es uno de los motivos por los que decidió poner en marcha la oenegé Madre Teresa.

El otro surgió con la visita a Cáceres del Padre Balashoreddy Jaddu a finales de 2007. Lo hizo para denunciar la situación de extrema necesidad en que se encuentran los niños acogidos por la Fundación Blessed Mother Theresa Social Service Society de la India. En respuesta, un grupo de cacereños se organizó y fundó una asociación que ya apadrina a más de 60 niños.

Entre sus componentes, amigos e incluso a familiares de Ramón. De hecho, su hermano, Luis de la Trinidad Piñero Mariño, es el secretario de esta asociación cuyo objetivo es proporcionar hogar estable y protección, atención sanitaria y educación, así como cualquier medio necesario para el desarrollo personal y social de los niños acogidos.

También promueven el conocimiento de la realidad social de la infancia y de las mujeres de la India, así como colaboran y recaudan fondos para proyectos de asociaciones benéficas de ese país. Siempre orientado a la atención de la infancia y la mujer en situaciones desfavorecidas.

En el desarrollo de estos fines, su primer proyecto fue la construcción del centro de Educación Secundaria Nirmalaen Dasapura, en el estado de Karnataka. Su objetivo era que los niños de esta zona pudieran continuar los estudios sin tener que desplazarse más de 30 kilómetros. Antes de que Nirmala estuviera en funcionamiento, el poblado solo contaba con una escuela de Primaria que educa a los pequeños hasta el séptimo curso, y para continuar debían trasladarse a Channarayapatna, a 27 kilómetros de Desapura, cuyo autobús más cercano está a unos cuatro kilómetros de la ciudad.

Todo eso ya forma parte del pasado. La construcción del instituto se realizó con materiales fabricados en la zona, y los productos necesarios fueron adquiridos a los habitantes del poblado, con el fin de paliar la situación de pobreza que se vive en la región por culpa de la sequía.

«Estuve allí en 2010 para revisar el comienzo de las obras del instituto. En la India me llamó la atención el gran número de niños que hay con muchas necesidades no cubiertas. Además, todavía tiene un gran peso el sistema de castas y no hay ayudas del Estado. Las diferencias entre clases son abismales», explica el párroco al tiempo que esboza una sonrisa cuando alude a los niños que tienen apadrinados y al hecho de que las niñas tengan la posibilidad de estudiar en vez de trabajar en el campo.

Las razones

En Extremadura, la oenegé Madre Teresa cuenta con 48 padrinos. Algunos se encargan de cubrir las necesidades básicas de más de un niño. «Siempre he apadrinado con grandes oenegés. Desde que empezaron a surgir dudas sobre su gestión en algunas de ellas, dejé de hacerlo», afirma Luis Piñero, quien apunta que esta organización nacida en Cáceres, al ser más pequeña, le da fiabilidad absoluta. «Sé el lugar exacto al que se destina el dinero que aporto», añade.

A esa razón se suma la solidaridad como base. Es lo que le sucede a Juan Antonio Pulido Alcón, el vicepresidente de esta asgrupación. «Me asocié casi por vergüenza ajena. Con el cubo de basura que tiramos a la calle, podríamos acabar con el hambre en el mundo. Con lo que gasto en un par de cañas y una ración de calamares, en la India doy vida a un chaval durante todo un mes», confiesa este profesor que trabaja en la localidad cacereña de Arroyo de la Luz. «Quién sabe si ese chico al que ayudo será investigador en futuro y, por ejemplo, descubre untratamiento para acaba con el cáncer», concluye.

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