Álvaro Rubio
Lunes, 6 de marzo 2017, 08:54
Elvira Cano es de la localidad pacense de Puebla de la Calzada, tiene 25 años y hasta hace poco trabajaba en un consultorio como veterinaria. Antes lo hizo para la Asociación de Criadores de Raza Caprina Verata en Peligro de Extinción. Terminó en 2015 la carrera y desde entonces no ha parado de trabajar en lo suyo, como se suele decir cuando se tiene un empleo acorde a la formación. Sin embargo, para ella lo suyo es otra cosa. Es dedicarse a la cooperación en cuerpo y alma, algo que empezará a cumplir el próximo 15 de marzo. Ese día dejará su tierra natal para coger un avión a Kenia. Concretamente, viajará hasta Turkana, región ubicada al norte de ese país que hace frontera con Etiopía y Sudán, «zonas de especial peligrosidad». Así se refiere a ellas María Victoria López, coordinadora de proyectos de Medicus Mundi Extremadura.
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Convivirá durante cuatro meses en un país diferente, alejada de su familia y conociendo otra cultura, la de los Masáis, una población seminómada a la que ayudará, junto con agentes locales, a desparasitar al ganado.
Junto a ella viajará Begoña Lozano, bióloga ambiental que tiene 26 años y es de Valencia de Alcántara. Ella enseñará a cultivar los huertos familiares que los autóctonos han creado en torno a las presas de agua construidas dentro del proyecto desarrollado por Medicus Mundi. Sus conocimientos sobre agricultura y el inglés serán sus herramientas fundamentales.
Los otros recursos se los proporcionará una oenegé internacional con más de 50 años de historia. «Les explicaremos lo que deben hacer y lo que no en esta cultura africana, que a veces es difícil. Les daremos un protocolo de seguridad a seguir para que estén tranquilas. Si ocurre algo, hay un cura español en la zona que es piloto. Tiene una avioneta para evacuación en caso de emergencia, ya que este territorio está bastante aislado y es uno de los sitios más difíciles en los que trabajamos», explica López, una de las caras más conocidas de la cooperación extremeña que, entre otros lugares, ha trabajado en Camerún, en Ruanda (coincidiendo con el genocidio entre hutus y tutsis), donde atendía a una población de 250.000 personas, y en los campos de refugiados Bukavu en el Congo.
Su experiencia servirá de gran ayuda a Elvira y a Begoña, que aseguran que no tienen miedo. La curiosidad y las ganas les pueden. Se nota en sus caras. «Le da más miedo a nuestras familias que a nosotras», coinciden. Ellas son dos de los trece participantes que este año se adentran en Jóvenes Cooperantes Extremeños, un programa organizado por el Instituto de la Juventud (IJEx) y la Agencia Extremeña de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aexcid).
Otros dos jóvenes también harán las maletas. Cruzarán las fronteras extremeñas para conocer otra realidad, otro mundo. De hecho, Moisés Sánchez (31 años) y Laura Sánchez (24) partirán desde Villanueva de la Serena a Marruecos para trabajar en un proyecto sobre participación ciudadana y derechos sociales en el norte de ese país africano. Él estudió Trabajo social y Sociología y ha desarrollado casi toda su carrera profesional en oenegés, pero nunca antes había participado en un programa de cooperación. «Fundamentalmente vamos a aprender», comenta Moisés.
Con él coincide Laura, que ya sabe lo que es vivir lejos de casa. Cuando terminó la carrera de Educación Social, estuvo durante un año en las ciudades inglesas de Norwich y Liverpool trabajando como friegaplatos y recepcionista en un hotel.
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Ahora la experiencia será muy diferente. Ambos colaborarán durante cinco meses con la organización Mujeres en Zona de Conflicto. «En ciudades como Tánger y Chauen se centrarán en fortalecer la sociedad civil y sus organizaciones», detalla Lidia Rodríguez, portavoz de esta oenegé que contribuye a la construcción de sociedades en las que mujeres y hombres participen en condiciones de igualdad en todas las esferas de la vida pública y privada.
A ellos se sumarán Sara Peligros y Sandra Muñoz, que serán las únicas participantes del programa Jóvenes Cooperantes Extremeños que realizarán una estancia en el extranjero, en El Salvador, y otra en Cáceres. Trabajarán con la Liga Española de la Educación y la Cultura Popular en el marco del proyecto titulado Contribuir a garantizar el pleno ejercicio de los derechos de la niñez y la adolescencia. «En este país, la pandillas y la violencia son una realidad. Hay más de 15 muertos al día por conflictos», asegura el responsable de cooperación de la Liga Española de la Educación, Pedro Bueno.
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El director general del Instituto de la Juventud de Extremadura (IJEX), Felipe González, y el director de la Agencia Extremeña de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aexcid), Ángel Calle, destacan que los siete participantes que no viajarán al exterior permanecerán en Extremadura para fortalecer las estructuras de las oenegés.
Lo harán durante nueve meses en la Fundación Mujeres y Solidaridad con Guinea Bissau, ambas en Cáceres, Cruz Roja en Badajoz, Movimiento Extremeño por la Paz en Segura de Toro (Cáceres) y Asamblea de Cooperación por la Paz en Mérida.
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Tanto Calle como González coinciden en que estas personas representan el compromiso, la solidaridad, la lucha por los derechos humanos y la justicia social. «Es la manera de la Junta de Extremadura de levantar muros, exportando lo que creemos que es el valor más representativo de los jóvenes de la región. Tienen un gran compromiso que les hace capaces de separarse de sus familias y de sus amigos para desarrollar una actividad como la cooperación», asegura Ángel, que aunque ahora ocupa un cargo en la Administración también ha trabajado sobre el terreno como cooperante. Ha colaborado con oenegés en países como Cuba, El Salvador, Honduras, Namibia, Marrecos, Perú, Chile y Nicaragua. «Mi trabajo siempre ha sido la cooperación y ahora la echo mucho de menos porque no sólo te cambia la vida, sino que se cambia la vida de mucha gente», confiesa.
Nuestra imagen
Asegura que todos estos jóvenes van a dar su esfuerzo y su tiempo para mejorar la calidad y eficiencia de la cooperación en Extremadura. «Vamos a exportar hacia el exterior nuestra mejor imagen», afirma.
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Se refiere a los participantes de este programa como un ejemplo, al igual que lo hace González, quien apunta que «con estas iniciativas se rompen los estereotipos que se tienen de la juventud porque se demuestra que se interesa por los problemas de la ciudadanía en general».
Él concluye que este proyecto es un paso previo para aquellos que quieran dedicar su futuro laboral al mundo de la cooperación, algo que precisamente ya están haciendo un total de 45 extremeños en el extranjero, según el último informe publicado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.
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Uno de ellos es Alejandro Campón, que nació en Casar de Cáceres y con 21 años emprendió un viaje a Kenia que hoy continúa. Es sacerdote y lleva viviendo en la región de Turkana más de dos décadas. Él será uno de los españoles que ayudará a las dos jóvenes cooperantes que trabajarán en la zona durante los próximos meses. Ellas iniciarán una nueva etapa que un principio sólo durará 180 días. Tras ese tiempo, sabrán si es a lo que se quieren dedicar de por vida o simplemente es una experiencia más. Por ahora, lo que está claro es que este viaje que empezará en marzo les cambiará para siempre.
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