Las mujeres sostienen el voluntariado
C1999-2019. Mucho más femenino, bastante más mayor y formado, y con más casados y jubilados. Así ha cambiado el voluntariado en la región en los últimos 20 años
Mujer, 48 años, trabajadora, casada y con estudios superiores. Es el perfil tipo de quien ejerce el voluntariado en Extremadura, según acaba de constatar un estudio centrado en estas personas que dedican una parte de su tiempo a los demás. La última vez que se hizo un informe así fue hace dos décadas, y enfrentar los datos de entonces con los de ahora permite advertir cuánto ha cambiado este colectivo en la región en veinte años.
«Necesitábamos un análisis de este tipo para disponer de datos que nos ayuden a diseñar la estrategia autonómica de voluntariado», apunta Jesús Gumiel, presidente de la Plataforma del Voluntariado de Extremadura y a quien las cifras contenidas en el informe no le han sorprendido. Porque «constatan –afirma– lo que venimos viendo desde hace tiempo quienes nos movemos a diario en este ámbito».
En el año 1999 había en la comunidad autónoma 15.500 voluntarios, y ahora son 16.357, lo que equivale a un incremento algo superior al cinco por ciento. Ya entonces eran mayoría las mujeres, que suponían el 53% del total, pero ahora lo son con más holgura, pues representan el 65%. Esto supone que en la actualidad hay en este campo 1,89 mujeres por cada hombre. Es el índice de feminización, que dos décadas atrás era del 1,13, según la investigación realizada por el Observatorio Extremeño del Voluntariado –organismo adscrito a la Plataforma del Voluntariado de Extremadura– y en el que ha colaborado la Consejería de Sanidad y Servicios Sociales.
En la comunidad autónoma hay casi 16.500 voluntarios, y el 65% son mujeres
Etelvina Barroso, voluntaria en Badajoz: «Recibes muchísimo de la gente a la que ayudas, aprendes mucho de gente muy diferente»
El estudio también detalla el aumento registrado en la edad media de los voluntarios. Se ha pasado de los 34 años a los 48. Hace dos décadas, 52 de cada cien tenían entre 18 y 29 años, y ahora en esta franja de edad están el 18%. Por el contrario, ha crecido de modo notable el tramo comprendido entre los 46 y los 64. En el año 1999 pertenecían a él el 17% de los voluntarios y ahora son el 41%.
«En el informe se ve claramente que ha aumentado mucho el número de jubilados que tienen tiempo y lo dedican a los demás, y se ve también que tenemos una cierta necesidad de rejuvenecer el voluntariado», constata Gumiel, que hace otra lectura importante basada en los números. «Nos dicen que ahora, en mayor medida que antes, es un camino que eligen personas con recursos». Tal como él avanza, el número de jubilados o retirados se ha multiplicado. Hace veinte años eran el 9% y ahora son el 26%. Y el cambio ha sido aún mayor en lo que se refiere a la formación: tienen estudios universitarios 41 de cada 100, cuando hace dos décadas eran nueve.
«El estudio –valora el presidente de la Plataforma– nos da un dato muy importante: el ámbito de actuación de las entidades que encauzan este altruismo es el educativo en un 48% de los casos. Es una cifra muy positiva, junto al 72% que se dedican al ámbito social». Por el contrario, «no acaban de cuajar el voluntariado medioambiental y el cultural, que están muy avanzados en el centro y norte de Europa», aprecia Jesús Gumiel, que conoce bien la historia de Etelvina Barroso (65 años), voluntaria de la Asociación Española contra el Cáncer en Badajoz.
«Mi primera experiencia en este campo fue con los bomberos voluntarios de mi pueblo, cerca de Lisboa», recuerda la mujer. Tenía entonces 24 años y una hija, y además de apagar incendios se dedicaba a ayudar a vecinos que tenían necesidades de todo tipo. Cinco años después llegó a España y empezó a ayudar a niños. Luego siguió con mayores, con Cruz Roja –con quien continúa colaborando–, con la Asociación para la Donación de Médula Ósea, con enfermos oncológicos... Ahora sigue desarrollando su voluntariado en distintos frentes, pero especialmente con pacientes de cáncer, una enfermedad que también ella ha padecido.
«Tenemos una cierta necesidad de rejuvener el voluntariado», plantea Jesús Gumiel, presidente de la Plataforma del Voluntariado de Extremadura
Con enfermos oncológicos
«Voy a la séptima planta del hospital universitario de Badajoz, a acompañar a quienes van allí a tomar quimioterapia, aunque también he ido a casas, a hacer una labor de acompañamiento», explica Etelvina Barroso, que tiene claro que «si quieres, sacas tiempo para echar una mano a la gente». «A mí –sigue–, siempre me parece que no ha sido suficiente».
Ese inconformismo le lleva permanentemente a querer ayudar un poco más. Y a intentar que los suyos sigan su camino. «Hace unas semanas tuvimos una actividad de voluntariado en Pardaleras (un barrio de Badajoz) y me acompañaron mi hija y mis nietas», cuenta. «Yo empecé como voluntaria porque siempre me ha gustado ayudar a los demás y porque es algo que me permite aprender muchísimo de mucha gente muy diferente», reflexiona la mujer, que recuerda lo importante que fue para ella tener ayuda cuando padeció cáncer. «Recibes muchísimo de las personas a las que echas una mano –concluye–. Y la gente es muy agradecida. Yo estoy siempre que me necesitan. Solo sacar una sonrisa a un enfermo ya es suficiente. Estoy muy orgullosa de ser voluntaria de la Asociación Española contra el Cáncer, y muy orgullosa también de todos mis compañeros y de las coordinadoras. Formamos un equipo maravilloso».