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Se puede ser profesional en el trabajo, volver a casa y no perder la etnia. Ser gitana. Aquí tenéis a cuatro mujeres: Loli es empresaria, Espe estudió Relaciones Laborales en la universidad y se casó al terminar, Marina es diplomada en Educación Infantil y diseña y crea pendientes y coronas y Remedios tiene dos hijos y trabaja de administrativa. Las tres que están casadas, están bien casadas. Las tres han dado pañuelo».
Así comienza una charla de la Fundación Secretariado Gitano. Una actividad destinada a las mujeres gitanas para trasmitirles que no tienen que renunciar a sus tradiciones, pero tampoco a estudiar, trabajar fuera de casa o abrir un negocio. Uno de los miedos en estas familias es que ir a la universidad o salir a trabajar fuera de casa suponga salir de la comunidad. El Programa Calí, que persigue la igualdad de las mujeres gitanas, trata de romper con estos miedos.
María Dolores Silva se pidió con 16 años, es decir, se comprometió a casarse con su novio. Pero no hubo boda hasta que terminó su carrera universitaria. No fue fácil, convenció a los que dudaban de que fuese al campus mostrándoles que solo quería estudiar, porque algunos conocidos relacionaban la educación superior con las fiestas. Su ejemplo sirvió para que sus dos hermanos también estudiasen.
Ahora, esta mujer es técnico de la Fundación Secretariado Gitano y una de sus responsabilidades es dar charlas a mujeres de su etnia. Esta semana la actividad era presentar a cuatro mujeres como referentes y hacer que otras gitanas les preguntasen sobre sus vidas.
Una de las participantes, Remedios Silva, estudió LADE (Licenciatura en Administración y Dirección de Empresas) en la Universidad de Extremadura, trabaja como administrativo, está casada. «Con un gitano», especifica ella misma. Y tiene dos hijos pequeños.
María Ángeles Navarro | Técnico Secretariado Gitano
Una madre se acerca a Remedios durante el taller. «Mi hija tiene 17 años y no tiene ilusión por casarse. A ella lo que le gusta es lo de las pinturas, el maquillaje y su sueño sería tener una cosa de estética». Remedios la anima a que su hija se forme. «No hace falta que vaya a la universidad. Se trata de formarse. Buscar lo que te gusta. Eso sí ¿Tiene el graduado?». La interpelada responde que no, que está en ello. «Eso sí es importante. Sin el graduado (el título de Educación Secundaria Obligatoria) no solo es que nos excluyan del mercado laboral, es que nos excluyen de la sociedad».
Un estudio de 2019 de la Fundación Secretariado Gitano sobre la situación de la población gitana en España en relación al empleo y la pobreza reveló que solo el 15,5% de las mujeres de esta etnia logran el título de ESO. En la población general el porcentaje es del 95%.
Durante esta conversación interviene María Ángeles Navarro, técnico de la fundación, para animar a la madre preocupada por su hija. «No es fácil, pero con constancia y esfuerzo, se puede. Yo soy de un pueblo pequeño (Villagonzalo), casi una aldea, y me gustaba estudiar, pero para ir al instituto había que irse a otro pueblo y mi padre no quiso. Mi madre sí, pero el no. Trabajé en el mercadillo y se me daba bien, hice dinero, pero no quería seguir allí. No era mi sitio. Al final conseguí formarme y ahora trabajo en eso», dijo con orgullo.
Cambiar el trabajo del mercadillo por uno mejor también fue el objetivo de Loli Santos, de 39 años. «Quería salir del mercado, pero no tenía formación, así que no podía aspirar a mucho más de lo que tenía. Hice un curso de formación de pastelería. Me sirvió para juntar algo de dinero y tenía dos opciones: o volver al mercado o buscar trabajo en los pasteles, pero no había. Decidí poner una tienda de ropa». Fue un éxito, a pesar de hacerlo en plena crisis y hoy su tienda lleva 9 años abierta en Villafranca de los Barros y ella puede decir que es empresaria.
Remedios Silva | Licenciada en LADE
Algunas mujeres admiten que ha sido un reto superar las objeciones de su familia, pero en otros casos han contado con su apoyo. Es el caso de Marina Vargas, que tiene 38 años y es orientadora socioeducativa. Su padre trabajaba en colegio Santa Ana de Almendralejo como cocinero y siempre quiso que ella estudiase. Ahora compatibiliza su trabajo docente con el diseño de pendientes y coronas que también fabrica a mano.
Esperanza Saavedra, de Aceuchal, cuenta con un caso similar. Tanto su familia como la de su novio, con el que se prometió en el instituto, le animaron a ir a la universidad. Vivió en un piso de estudiantes en Badajoz y se casó al terminar. «Mi familia tenía claro que era lo mejor para mi. Ahora se trata de que se extienda».
es el porcentaje de mujeres gitanas que finalizan la ESO, la educación obligatoria. En la población general son el 95% de las mujeres, según un estudio de la Fundación Secretariado Gitano
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Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Jon Garay
Jon Garay e Isabel Toledo
J. Arrieta | J. Benítez | G. de las Heras | J. Fernández, Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Julia Fernández
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