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Mussons (a la derecha) en Sídney con el también moralo Javier Carrasco Díaz-Cano. O. M.
El moralo que ayuda a refugiados en Australia

El moralo que ayuda a refugiados en Australia

Por todo el mundo ·

Actualmente vive en Sídney, pero a sus 34 años de edad ha recorrido 118 países y residido en seis de ellos

ELOY GARCÍA

Lunes, 19 de octubre 2020, 09:21

A sus 34 años de edad, el moralo Óscar Mussons Blázquez lleva algo más de más de una década fuera de España. Ha recorrido más de 110 países y residido en seis de ellos. Desde 2017 se encuentra en Australia, donde es director del programa de voluntarios del Centro de Solicitantes de Asilo (Asylum Seekers Centre) en Sidney.

Con este currículum queda claro que se trata de una persona activa, algo necesario para supervisar y entrenar a los 400 voluntarios que forman parte de esta organización sin ánimo de lucro, que ayuda a más de 4.000 personas de 96 nacionalidades diferentes que llegaron a Australia, huyendo de sus países en busca de protección, con asuntos jurídicos, de empleo, salud o alimentación, entre otros.

El pasado mes de diciembre recibió la más alta distinción en el campo del trabajo con voluntarios, ya que fue reconocido con el premio a la excelencia de la dirección de voluntarios otorgado por el estado de Nueva Gales del Sur.

Y es que como abogado, subraya el propio Mussons: «Siempre he luchado por el acceso a la justicia y la protección de los derechos humanos, labor que he podido compaginar con mi pasión por los viajes y la interacción con diferentes culturas».

Con anterioridad ocupó diversos cargos relacionados con el derecho y las relaciones internacionales en un despacho de abogados español en Bulgaria y Turquía, una consultoría internacional en Vietnam, en proyectos de cooperación en Estados Unidos y Sudamérica y en la Embajada de España en Serbia.

«El haber estado expuesto a tantas formas de pensar distintas me han aportado las habilidades necesarias para poder entender a las personas vulnerables con las que trabajo y ser empático y compasivo», recalca Mussons, destrezas que ahora aplica en su actual puesto de trabajo.

Mussons recuerda que un día normal antes de la pandemia, solían recibir a cerca de 100 personas «que venían a almorzar a nuestro centro, a aprender inglés o a asistir a su cita con uno de nuestros trabajadores sociales». En marzo, el gobierno impuso estrictas restricciones para combatir el coronavirus, «lo que nos obligó a suspender el servicio de comida. Desde entonces llevamos veintinueve semanas enviando alimentos y productos de aseo, que nos son donados, a más de 1.200 solicitantes de asilo que no reciben ningún tipo de ayuda del gobierno y que no tienen o se han quedado sin trabajo».

Ahora coordinan la logística del envío de estos paquetes con el apoyo de 150 voluntarios que, desinteresadamente, han usado sus vehículos particulares para distribuirlos.

Aparte de la labor que desempeña con los solicitantes de asilo y refugiados, también lleva tres años colaborando con la selección de las primeras naciones australianas de fútbol, la selección de jugadores de fútbol aborígenes. «En 2019 logramos que fueran admitidos como miembros de Conifa; que es como la FIFA para naciones no reconocidas, minorías étnicas y regiones aisladas del mundo de la cual yo era el Secretario General de Asia hasta este año», celebra.

Aquí se congratula de que este año hayan logrado la clasificación para el mundial de Conifa en Macedonia del Norte. «Tenía intención de acompañarlos, pero el torneo se suspendió», lamenta. «En este momento estamos buscando otras alternativas a través del fútbol para dar voz a la cultura viviente más antigua del planeta y competir con otras selecciones como Tibet, Sahara, Kurdistán o la Maorí de Nueva Zelanda», explica.

Viajar en una pandemia

Este año sólo ha podido visitar Samoa, antes de que se cerrara la frontera de Australia por culpa de la pandemia.

«Tampoco he podido hacer mi viaje anual a Navalmoral de la Mata, donde viven mis padres y donde residí desde que tenía dos años hasta que empecé la universidad. Cuando me preguntan si soy de Madrid o de Barcelona, siempre respondo con orgullo que soy extremeño», afirma.

Para concluir asevera que «por suerte, no me ha hecho falta el pasaporte para interactuar con decenas de culturas y visitar restaurantes de las gastronomías más diversas en Sidney, una de las ciudades más bonitas del mundo. Si no puedes lo que quieres, quiere lo que puedes».

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