El grupo de voluntarios de Manos Unidas con el cartel y las huchas que usarán en la campaña. PAKOPÍ

Manos Unidas quiere sacar partido a las últimas pesetas

Tercer Mundo. Anima a dedicar las monedas «olvidadas en los cajones» a proyectos solidarios

Lunes, 16 de noviembre 2020, 08:25

El próximo 31 de diciembre caduca el plazo de 20 años establecido por el Banco de España para cambiar las pesetas por euros. A partir de esa fecha, las monedas y billetes que circulaban a comienzos de este siglo perderán su valor legal y pasarán a convertirse en 'chatarra' o piezas de coleccionismo.

Quienes aún tienen en casa una cantidad importante de pesetas, deben plantearse seriamente proceder al canje.

Pero a estas alturas son pocos los poseedores de pesetas en cantidad y más bien abundan quienes atesoran unas cuantas monedas o billetes de escaso valor a los que difícilmente sacarán partido.

Conocedores de esa realidad, los voluntarios de Manos Unidas han puesto en marcha una campaña en la que animan a dedicar esas últimas pesetas a una causa justa. Para ello, han comenzado a distribuir huchas en las que se pueden depositar las monedas y billetes que todavía se guardan en casa. «A nivel particular apenas compensa cambiar ese dinero, porque no supone mucho, pero si sumamos un poquito de mucha gente podrán hacerse grandes cosas», afirma Marisol Rovira, delegada de Manos Unidas en Badajoz.

Esta ONG ha sufrido durante los últimos meses los estragos de la pandemia. El confinamiento al principio, y las restricciones después, han impedido a sus voluntarios llevar a cabo muchas de las actividades programadas para sensibilizar y recaudar. «A la vista tenemos el concierto solidario de diciembre, pero todo está pendiente de las normas que vayan dictando las autoridades», avanza Rovira.

La situación es complicada, pero Manos Unidas no se resigna y sus voluntarios han visitado durante los últimos días un buen puñado de oficinas bancarias, peluquerías, establecimientos comerciales y librerías para colocar unas pequeñas huchas de color azul en las que se podrá introducir el dinero. «Yo recuerdo esa época en la que ibas a comprar con 1.000 pesetas y volvías a casa con dinero de vuelta. Las cosas han subido muchísimo».

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Su apreciación coincide con la de Maribel Olivera, una de las voluntarias más activas. «Yo busqué en casa la caja en la que guardaba las pesetas. Había pesetas, durillos, monedas de 20 duros... Pero cuando me puse a sumar solo conté 1.700 pesetas, poco más de 10 euros».

Ahora que la campaña se ha lanzado, en Manos Unidas son conscientes de la dificultad que entraña reunir una cantidad importante de dinero, pero confían en la generosidad de los pacenses y están convencidos de que será un éxito. «Hemos pensado en esas pesetas que guardamos todos en el cajón, pero si alguien no tiene pesetas y quiere ayudar con euros, no hay inconveniente, puede echarlos», explica José García Corrales, el voluntario que lleva la comunicación de la ONG.

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El destino final de todas esas monedas será el Banco de España, que mantiene abierto el plazo de canjeo hasta el próximo 31 de diciembre. Ese día será el último en el que los billetes emitidos después de 1939, algunos de los emitidos entre 1936 y 1939, y todas las monedas que estaban en circulación el 1 de enero de 2002 tendrán valor legal.

Isabel Hernández, cajera de la sucursal del Banco de España en Badajoz, confirma que todavía hay personas que se dirigen a esta entidad para cambiar sus pesetas. «En los primeros tiempos, cuando comenzó a circular el euro, yo recuerdo haber cambiado hasta 40 millones de pesetas en una mañana. Venía mucha gente a cambiar pesetas por euros, pero últimamente era mucho menos frecuente».

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A 50 días de concluir el proceso, hay mañanas en las que la sucursal de Badajoz canjea una suma total de 3.000 o 4.000 euros, pero a medida que avancen los días es previsible que esa cifra aumente.

En Manos Unidas creen que el definitivo fin de la peseta les ofrece una oportunidad y animan a destinar esas últimas monedas a un proyecto que permita ayudar en países donde el dinero tiene un valor mucho mayor. «Siempre ha habido necesidades que cubrir en esos lugares donde todo escasea, pero la pandemia hace más necesario que nunca echar una mano, aunque sea con unas pesetillas», concluye Rovira.

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