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M. Ángeles Morcillo
Mérida
Jueves, 6 de junio 2019, 08:06
Daniel, de unos tres años y enormes y expresivos ojos negros, está ingresado en la planta de Pediatría del Hospital de Mérida. Está malito. Antes de ayer cuando se despertó de su siesta se encontró con una grata sorpresa. Su madre le llevó hasta la sala de juegos. Allí le esperaba un mago, el Mago Lope, para hacerle algunos trucos. ¡Un mago para ti solo. Qué suerte! le decían las enfermeras.
Y es que Daniel fue el único niño espectador. Se da la circunstancia de que los demás pequeños que estaban ese día por la tarde en esa planta se encontraban aislados en sus habitaciones por enfermedades más graves. Estos no podían salir de su habitación y tenían las visitas restringidas. Y según declaró el personal sanitario a HOY, a mediodía se dieron muchas altas. Una gran noticia, por otra parte. Así que a esa hora los espectadores de esta planta eran Daniel, su madre y las enfermeras que les atienden.
Daniel entró en la sala de juegos muy tímido. No levantaba la mirada de un muñeco que llevaba en la mano, el P J Mask azul, conocido como Gatuno, que solo soltó cuando el mago le hizo un perrito con un globo. Luego se aferró fuerte a los dos. Comenzó a sonreír.
Se sentó en una pequeña silla enfrente del Mago Lope, que le hizo el truco de los pañuelos de los colores que desaparecían y aparecían en sus manos, de los conejos que al descubrirlos cambiaban de color, del vaso de agua que si se pone boca abajo no cae agua, de los billetes que se reproducían y hasta un número de escapismo. Con ayuda de dos enfermeras, el Mago Lope se apresó las manos con una gran cadena y solo, y por arte de magia, pudo escapar.
Los ojos de Daniel se iban abriendo cada vez más asombrado por los trucos de magia y su sonrisa ya era más habitual. Fuera timidez. Incluso se animó a ayudar al mago a hacer alguno de sus trucos de magia.
Un momento de relax, diversión y entretenimiento que la madre de Daniel agradeció enormemente. Le hacía muy feliz observar que su pequeño disfrutaba con los trucos.
Luis Miguel Cabezas, más conocido como el Mago Lope, aunque profesionalmente se dedica a la Informática y es funcionario en la Junta, es aficionado a la magia desde hace mucho tiempo. «La magia es un desahogo de mi vida privada y laboral», confiesa.
Se dedica a la magia solidaria, es decir, a hacer trucos en los hospitales de la región, hace unos tres años. Entró en la Fundación Abracadabra y una vez al mes enseña sus trucos en el Hospital Materno Infantil de Badajoz. Con Extremagia lleva colaborando unos 12 años y trabaja codo a codo con el escapista e ilusionista Víctor Cerro.
Sobre su experiencia de hacer trucos a los niños en los hospitales, asegura que es muy positiva. «Es algo muy bonito y satisfactorio poder hacer reír, más que a los niños, a sus padres. Ellos son los que realmente lo están pasando mal y están preocupados por sus hijos. Necesitan un poco de distracción y un instante de desahogo en esos momentos tan duros. Los niños, en cambio, se ponen a jugar con lo que tienen y son menos conscientes de por qué están ahí. A muchos, solo con que les des un globo ya son felices», cuenta.
El Mago Lope lleva a los hospitales magia clásica con trucos en los que utiliza barajas de cartas, cuerdas, pañuelos... Todo muy clásico y cercano para que los elementos que se utilizan sean cotidianos en las manos de los niños y los adultos.
Ana Isabel Tejero, responsable de la atención al usuario del Hospital de Mérida, declara a HOY que el Servicio Extremeño de Salud (SES) trabaja para conseguir la humanización de la sanidad, no solo con el paciente, sino también con sus familiares y su entorno. «Además de dispensar los tratamientos y las terapias necesarias se trata de reforzar y aportar el mejor ambiente para los pacientes mientras están ingresados. Y mucho más si se trata de niños».
En este aspecto, explica, se incide mucho más, si cabe, en la planta de Pediatría. Y se intenta crear el mejor ambiente posible para los niños y también para sus padres. «Estos son realmente los que sufren, los que están preocupados de ver a sus hijos mal, sobre todo si son pequeños y tienen algo grave. Así que intentamos habilitar una válvula de escape y un pequeño oasis para que la estancia aquí sea mucho más agradable».
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