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T.CORRAL
Sábado, 4 de septiembre 2021, 11:41
Los niños y jóvenes han sido uno de los colectivos más afectados por esta pandemia. La covid no solo ha afectado al desarrollo de las actividades académicas, deportivas y de ocio, como pueden ser los campamentos de verano, sino que también ha repercutido en mayor medida a la economía de los hogares más desfavorecidos. Una situación que origina efectos psicológicos y emocionales en los niños y adolescentes de esas familias.
Con el objetivo de revertir el problema, las Hijas de la Caridad de Badajoz han organizado un campamento, del 30 al 5 de septiembre, con 30 niños y niñas de edades comprendidas entre los 6 y los 14 años y de diversas nacionalidades. «Llevamos 24 años organizando este campamento dirigido a niños de familias desestructuradas, que atendemos en nuestro comedor», comenta la coordinadora del capamento Sor Loli Vélez.
Durante estos días, los jóvenes se despejan y realizan numerosas actividades en Chipiona acompañados por 10 monitores, que desempeñan distintos roles. El ocio está asegurado: van a un parque acuático, acuden al centro de interpretación del camaleón, realizan visitas guiadas al faro de Chipiona y al Santuario de la Virgen de Regla etc. «Intentamos que durante los siete días que están allí pues puedan disfrutar de lo que no disfrutan normalmente», asegura.
Como suele coincidir con las fiestas de Chipiona, antes de que se produjera la pandemia también iban a las atracciones de feria: «Siempre había alguien que aportaba una cantidad de dinero para que los niños pudieran divertirse en los cacharritos». No les falta los benefactores que invitan a los niños a helados, a pasear en caballo…
El campamento recibe una ayuda de 6.000 euros por parte de CaixaBank a través de la aportación económica de la Fundación La Caixa para sufragar costes. Ayuda que desde la organización agradecen al colaborar en todas las ediciones del campamento. Otras fundaciones también aportan su grano de arena y a, nivel particular, destacan la aportación de «los periodistas Marina Bernal y Miguel Gallardo, dos personas muy conocidas en Andalucía, que siempre se han prestado para lo que necesitemos. Desde que llegan los niños no les falta ni un detalle», agrega Vélez.
Los valores también ocupan un lugar principal en estos días. «Desde por la mañana hacemos dinámicas y reflexiones en la que siempre vayan encaminadas a un compromiso, una actitud para que durante el día luego ellos la lleven a cabo». Los monitores del campamento, en su mayoría scout, insisten en la importancia de las formas y los modales durante todo el campamento y, además, se preocupan porque adquieran hábitos saludables en la alimentación.
Un campamento de verano que, además de ocio, es una ventana de oportunidad para que los jóvenes conozcan otras realidades sociales. Cada niño habla de su cultura, de sus creencias e ideas y se llevan algo más valioso que el ocio: aprender a respetar a los demás.
En este año, la camiseta oficial de esta edición luce la frase: «Hacemos lo que nos une» porque el valor social es lo más importante de este campamento. «Por encima de todo lo que nos tiene que unir es el respeto y la tolerancia». Una unión que se consigue mediante las actividades al realizarse de manera conjunta pese a las diferencias de edad.
La organización de un campamento de 30 niños no es sencilla. Desde enero, Sor Loli Vélez comienza con los preparativos de la actividad con la ayuda de Ricardo Cabezas Carrasco. Pero el esfuerzo merece la pena; para la religiosa lo más satisfactorio es que los niños adquieran valores: «Por muy travieso que pueda ser el niño, con algo se queda… Estoy convencida», concluye.
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