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Isidro moreno izquierdo
Martes, 21 de abril 2020, 08:00
Cuatro veces he estado aislado, las dos primeras por enfermedades comunes infantiles que me llevaron a mantener reposo en casa, la tercera y más importante al recibir mi ansiado trasplante después de permanecer ocho años en diálisis, lo que supuso el confinamiento durante tres largos meses, y en los que uno aprende a tener mucha paciencia; y ahora por cuarta vez en mi vida aparece otro confinamiento, el coronavirus, que no solo me aísla a mi sino a todos.
Así pues por falta de entrenamiento no habrá sido, pero aún así, cada vez se me hace más difícil esta situación, el no poder llevar a cabo las conductas de lo que denominamos cultura mediterránea. No me resigno a no poder volver a ella, ya que nuestro carácter nada tiene que ver con costumbres orientales, nórdicas o de cualquier otro lugar. Siempre defenderé seguir siendo simpáticos, empáticos y resilentes, además de festivos, familiares y afectivos, cualidades que nos están sirviendo para superar estos difíciles momentos. La virtud que mejor nos define es la solidaridad, al reaccionar ante las necesidades ajenas y prestarnos a socorrerlas, recordando que somos la primera potencia mundial en donaciones de órganos.
Así pues y llegados a este punto, me atrevo a dar las gracias a ese donante del que nunca conoceré su identidad, que me devolvió la vida y me permitió durante esta crisis reconocer a todos aquellos que os quedáis en casa, cumpliendo lo acordado por el Gobierno, convirtiéndose en verdaderos donantes de vida, vidas de personas mayores, de discapacitados, de niños, personas inmunodeprimidas o de cualquier otro tipo de persona susceptible de enfermar. Es verdad que en este camino hemos perdido a muchísima gente, pero: ¿Cuántos no hubiéramos perdido sin tener esa solidaridad? Jamás se podría calcular.
Pensemos en positivo, gracias a los que están en primera línea de batalla, personal sanitario, fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, transportistas , trabajadores de los servicios de recogidas de basuras, trabajadores de supermercados, etc. y reconocimiento y respeto a los políticos cuya toma de decisiones en estas circunstancias no serán fáciles ni reconocidas, igualmente a los que se han desmarcado de este confinamiento, porque nos han hecho entender con su mal comportamiento que ese no era el camino correcto para salvar vidas.
Quizás a algunos le parezca precipitado dar las gracias, sin que esto haya pasado y no se haya realizado un balance. Quizás sea cierto, pero por experiencia propia sé que estamos ante uno de los últimos esfuerzos, el ultimo aporte de energía para seguir salvando vidas y solo pretendo reforzar positivamente con estas gracias a todos los que os habéis convertido en donantes de vida, al quedaros en casa, gracias a todos/as.
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