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El 12 de marzo por la tarde se supo que se suspendían las clases. El 13 los niños se despidieron de sus profesores sin saber si era por 15 días o para todo el curso. Finalmente ha sido la segunda opción y escolares, docentes y familias han tenido que adaptarse para poder salvar las clases. Había mil posibilidades gracias a las nuevas tecnologías: videollamadas, tests on line, vídeos tutoriales, fichas digitales, etc. El problema es que no todos sabían o podían usarlas. La solución, en muchos casos, ha sido crear cadenas de favores entre familias y docentes para intentar luchar contra la brecha digital.
Un ejemplo se da en el barrio de San Fernando, en Badajoz. En el colegio Santo Tomás de Aquino, uno de los más antiguos de la capital pacense, conviven familias con ordenador, dos tabletas y fibra óptica con otras que solo tienen un móvil con datos limitados. Para llegar a todos, han tenido que ser creativos. Por ejemplo, una madre, Ana Suárez, se ha dedicado a hacer fotocopias de lo que no podían ver otros padres y distribuirlas, Dalila Aouam, maestra, ha hecho de profesora para sus alumnos y para las familias y el director del centro ha conseguido tabletas para intentar llegar a todos sus escolares.
Ana Suárez Oliva tiene un hijo en quinto de Primaria en el colegio Santo Tomás de Aquino y otro que finaliza Infantil. «Ha sido muy difícil. Nos encontramos el problema de sopetón. El problema, más que los dispositivos, son las redes. Todo el mundo tiene móvil, pero hay muchos que no tienen wifi en casa. Solo los datos del móvil, que no son suficientes».
Además del acceso, según detalla esta madre, tampoco hay formación para manejar con fluidez las nuevas herramientas. «Hay gente mayor o que no tiene estudios. Tenemos familias que no tenían ni correo electrónico».
Esta clase, sin embargo, ha podido seguir los libros con un trabajo coordinado entre sus profesores y los padres. Ana empezó repartiendo fotocopias entre sus conocidos, pero poco a poco la mayoría se ha unido al libro digital y a las clase on line.
«Somos una clase que lleva toda la vida junta y se nota. Hemos podido ayudarnos». A pesar de todo, Ana admite que las medidas han servido para «un 90% del colegio, pero hay otros que no», se trata de escolares y familias que han quedado desenganchados.
Esta madre agradece la presencia constante de los profesores porque al principio se vieron perdidos. «Yo no puedo explicarle a mi hijo las potencias y la verdad es que a veces pierdes los nervios porque es demasiado».
La profesora que ha estado al otro lado del ordenador o del teléfono, pero intentando estar cerca, ha sido Dalila Aouam, tutora de este curso que reconoce que fue un golpe cambiar tanto de un día a otro y que echa de menos a sus alumnos y su aula. «Al principio fue muy estresante. Mi ventaja fue que he estado en varios colegios y pedí ayuda a otros profesores, incluso a un compañero de Nicaragua que allí ya vivieron un estado de alarma. Los docentes hemos hablado mucho estas semanas para darnos ideas, y ánimos».
Entre todas las plataformas y herramientas disponibles, esta docente apostó por el libro digital, consiguió las licencias para sus alumnos y se puso a trabajar. Además de enseñar a sus alumnos, en estos meses también ha tenido que formar a muchos padres. «Te encontrabas con que alguien no sabía adjuntar un documento a un email. Bueno, no pasa nada. Hazle una foto a la tarea y me la mandas, pero mañana vamos a ir paso a paso y aprender a hacerlo. Lo que sí he hecho es procurar no poner plazos a las tareas para no añadir más estrés a una situación que ya era dura para los padres».
Dalila Aouam explica que también ha sido muy importante la cadena de apoyo entre los docentes. Ella, por ejemplo, ha contado con la ayuda del otro tutor de su nivel, Jesús González, para coordinar todas las clases. Dice esta docente que los profesores han tenido que aprender la lección, pero propone que se ayude a las familias para estar mejor preparadas la próxima vez. Cree que, independientemente de cómo sea el curso 2020/2021, que sigue sin estar claro, sería interesante ofrecer formación sobre nuevas tecnologías y sobre las plataformas educativas a las familias y a los escolares. «Es algo que puede quedar para siempre y que puede volver a hacer falta».
Por eso propone que se ponga en marcha cuanto antes una especie de escuela de padres que llegue a todos lo que lo necesiten.
Además de padres y profesores, las directivas de los centros escolares también han estado en primera línea en esta crisis. El director del Santo Tomás de Aquino, Eugenio Mangas, reconoce que se han enfrentado a muchos problemas y que las primeras semanas fueron caóticas. El primer obstáculo, que no todo el claustro usaba las nuevas tecnologías ni conocía las plataformas que les sugerían para seguir con su trabajo. En este punto reconoce que sus compañeros «se pusieron las pilas» muy rápido y que ayudaron las 'píldoras' de nuevas tecnologías que ofreció Educación.
El segundo paso fue llegar a las familias. Este docente está contento porque han llegado a la mayoría, pero reconoce que no a todos. En su colegio, por ejemplo, lograron conseguir tabletas para repartir, pero algunos beneficiarios se las han devuelto porque la tecnología no les sirve al no tener wifi.
«Hemos tenido que reinventar el trabajo», explica este director, que se adaptó, por ejemplo, a celebrar reuniones con sus compañeros por videollamada y también a atender a padres siguiendo este método. También reconocen que ha sido a costa de invertir muchas horas y mucho esfuerzo.
En cuanto al próximo curso, la respuesta de Ana, Dalila y Eugenio es similar, ven muy difícil la enseñanza on line porque queda mucho por hacer para que llegue a todos y bien.
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