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A. GILGADO
BADAJOZ.
Domingo, 19 de mayo 2019, 07:25
Migas, café y chocolate por la mañana. Paella a precio simbólico a mediodía. Música y ambiente motero por la tarde.
La sede de Aexpainba de Valdepasillas se convirtió el viernes en un bar de la Ruta 66. La asociación invitó a vecinos, autoridades y colectivos sociales a que conocieran de cerca la realidad de la inteligencia límite. «Queremos que la gente nos conozca de verdad».
Magdalena Moriche lleva más de dos décadas combatiendo el desconocimiento sobre este problema. Empezó a reunirse en el salón de su casa con otros padres. Entonces solo interesaba a unas pocas familias.
Hoy dirige la Asociación Extremeña de Padres para la Integración, Bienestar y Autonomía -de ahí el nombre de Aexpainba-, un referente a la que llaman familias de toda España preocupados por el futuro de sus hijos. Integración, bienestar y autonomía resumen perfectamente lo que ayer se vio en el patio del centro. Aexpainba atiende a 214 usuarios, muchos de fuera de Extremadura. Y creciendo, porque Moriche recibe a nuevas familias cada pocos días.
Hace dos semanas fue un chico de veinte años. Unos días antes otro con más de dieciocho. Aunque cada vez se detecta antes, todavía resulta frecuente toparse de bruces con esta realidad a edades tan tardías.
Antes suelen pasar por varias etiquetas. Niños problemáticos, inquietos, malos estudiantes, vagos. Pero luego, con el diagnóstico en la mano, y con el apoyo necesario, estudian, consiguen trabajo y se integran.
En inteligencia límite entran los coeficientes intelectuales de entre 70 y 85 puntos. Por debajo de 70 se considera discapacidad ligera y por encima de 85 entran los parámetros de la plena capacidad.
En esta tierra de nadie navega Aexpainba a base de sumar servicios. Tienen, por ejemplo, apoyo educativo para que los escolares vayan a su ritmo. Un complemento al colegio. Para los mayores ofrecen formación profesional básica en auxiliar de limpieza o servicios administrativos.
También firman convenios con empresas privadas para que los chicos que consiguen un empleo sean compañeros y no carga en sus trabajos. Y hasta una academia para preparar oposiciones. En las del mes de marzo se presentaron más de sesenta y muchos consiguieron aprobar el examen. «Trabajamos todas las áreas vitales para que sean lo más autónomos posible, siempre seremos su bastón».
Sostienen a chavales adolescentes de trece o catorce años hasta adultos de más de cincuenta. Algunos solo acuden al centro a cursos y talleres y otros viven en los cinco pisos que gestionan.
De prepararlos para una vida independiente se encargan los más de sesenta profesionales que trabajan en Aexpainba. «Yo digo que aquí hemos formado una microsociedad para que salgan a la sociedad real».
También vigilan la situación en la que se quedan los usuarios mayores sin familiares cercanos. «Estamos alerta para detectar si alguien se aprovecha de ellos y puedan mantener su autonomía».
El temor de Moriche es que no siempre se acepte la definición de inteligencia límite como discapacidad. Si se detecta una necesidad, explica, hay un apoyo, pero si se queda fuera de las políticas de apoyo no hay herramientas con las que trabajar la integración social.
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