Soy la abuela de Israel y estoy aquí para vender a mi nieto. Así empieza el vídeo con el que Teresa de 88 años pide trabajo para su nieto sentada en una silla de las de tomar el fresco, delante de los azulejos blancos y negros de su casa que delatan que es vecina de San Roque, en Badajoz. A un lado un plato de uvas y en los pies un botijo, ese es todo el atrezo de un vídeo en el que ha protagonizado el papel de su vida: la de representante del único nieto que le queda «por colocar».
El vídeo no era improvisado, fue la ocurrencia de su nieto Israel Adrián, comunicador audiovisual que cansado de enviar currículums y de que ni siquiera le llamaran para hacerle una entrevista, pensó que su abuela sería el mejor señuelo para abrirle las puertas del mercado laboral. «Jolines, estáis perdiendo la oportunidad de contratar a mi nieto de mi alma, que se lo merece», termina diciendo Teresa en un vídeo que ha corrido como la pólvora en las redes sociales y gracias al cual Israel acaba de firmar un contrato con una productora de televisión.
Es el final feliz de la mejor película que abuela y nieto han hecho juntos, porque Teresa debutó como actriz bajo la dirección de Israel hace ya dos décadas. Lo hizo como asesina en serie el mismo año que se quedó viuda. Estaban a las puertas de las Navidades e Israel, intuyendo que serían unas fiestas tristes para toda la familia, le propuso a sus primos hacer una película casera para estrenarla por sorpresa en medio de la cena de Fin de Año. «Estábamos todos fatal, pusimos el vídeo en el VHS y nos reímos muchísimo. Me di cuenta que yo quería hacer eso: sacar a la gente de sus vidas y sus problemas por un rato. Yo sabía que quería contar historias pero no sabía la magia que tenían hasta ese momento».
Lo de hacer películas caseras para verlas en Navidad se convirtió en tradición y al elenco de primos actores, se fueron sumando los tíos y amigos de Israel, eso sí teniendo siempre a Teresa como musa y su casa como centro de todos los rodajes. En estos 20 años ha sido pitonisa, escritora tratando de vender sus memorias, mujer en busca del amor, tentadora de sus vecinos... Haría, dice, cualquier cosa que exigiera el guión si está escrito por su nieto «incluso quedarme en pelotas», afirma.
Por eso antes de grabar el videocurrículum llamó a otras puertas. «Como nosotros no tenemos influencia de ninguna clase pues no tenemos quién le ayude, pero yo hablo con quien haya que hablar, con el ministro si hace falta». A sor Ángela de la Cruz le reza todas las semanas. «Le pido que le dé un trabajo como Dios manda, yo viendo a mi nieto colocado me puedo morir tranquila»; y le ha escrito cartas manuscritas a los famosos a los que ve en televisión. Desde Pedro Almodóvar o Santiago Segura a María Patiño o Belén Esteban, pasando por Bertín Osborne para recomendar a su nieto. Las cartas tienen el mismo tono de familiaridad que las que le escribía a otro de sus nietos cuando se fue a trabajar al extranjero. De hecho, poder mantener el contacto con él fue lo que le llevó a aprender a leer y a escribir con 66 años.
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«Bertín –Osborne, se refiere–, tú puedes darle una oportunidad a mi nieto. Lleva 10 años en Madrid y ha ganado varios premios con los aparatos y la cámara. Cuando sale tu programa no me tomo la pastilla para dormir hasta que no termina. Se despide tu amiga Teresa». De las misivas Israel no tenía ni idea. Se las dio su abuela uno de los fines de semana que vino de Madrid, a donde se fue para especializarse en cine y en donde ha trabajado los últimos diez años en un centro cultural hasta que el verano pasado lo despidieron.
En la última década ha compaginado lo que le daba de comer con la realización de cortos que ha ido presentando a concursos para, con lo que rascaba de los premios, poder seguir rodando. Cuando se quedó sin trabajo se planteó que era el momento de apostar por su profesión. «De pronto me vi en la calle y dije ahora o nunca. Me puse a buscar trabajo a tope pero si ya lo tenía difícil, en medio de una pandemia me parecía imposible».
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El hecho de mandar y mandar su currículum y –como recuerda– «que ni siquiera me citaran para una entrevista», le llevó a pensar que en lugar de mandar las cartas de su abuela sin saber si sus destinatarios llegarían a leerla, era mejor grabarla. «Yo sabía que mi abuela tenía potencial para llamar la atención de esas personas rezagadas que no miran un currículum y no dan oportunidades a gente nueva».
Como si de una de sus películas navideñas se tratara, Israel escribió un guión para que su abuela relatase su formación y cómo se había preparado, aunque luego ella hizo una interpretación libre entremezclando las bondades de su nieto con las propiedades de las uvas. Lo subió a las redes y se produjo la magia: miles de visualizaciones que terminaron con la ansiada llamada que esperaba Israel ofreciéndole una oportunidad laboral. Ahora sabe que además de su musa, Teresa también es su talismán.
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