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Grupo de estudiantes en la convivencia de la Fundación Secretariado Gitano de Extremadura.
Enmanuel quiere dejar de ser el único gitano en Psicología

Enmanuel quiere dejar de ser el único gitano en Psicología

La Fundación Secretariado Gitano reúne a sesenta escolares en el campus de la UEx para analizar la brecha educativa

a. gilgado

Domingo, 25 de junio 2017, 06:30

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Enmanuel Montes lo asume con naturalidad. Ya de niño le colgaron el cartel de 'ejemplo' para otros gitanos por sus resultados académicos y ahora, con 22 años y estudiante de psicología en la UEx, ejerce ese compromiso encantado.

Ayer pasó todo el día con más de sesenta escolares gitanos de la región. Les recomendó fijarse bien a su alrededor. «Trabajos poco cualificados, sueldos bajos y muchas penalidades para sacar a la familia adelante. Eso es lo que les espera si uno dice a los diez años que no quiere ir más al colegio». No se anda por las ramas porque cree que a la nueva generación de gitanos le toca dejar atrás la retórica y empezar a derribar muros. De todo eso hablaron ayer en la Facultad de Educación en una convivencia que organiza la delegación regional de la Fundación Secretariado Gitano.

Carmen Durán es la coordinadora de la oenegé y lo primero que pide es paciencia. Los resultados de los programas de acción social llegan a largo plazo. A base de insistir con las familias, los propios niños y los centros. La Fundación trabaja para elevar el porcentaje de alumnos gitanos que termina la Secundaria y que casos como el de Enmanuel dejen de ser una excepción. Tutorías individuales con las familias y refuerzo escolar diario por las tardes dibujan la hoja de ruta.

Siempre, cuenta, en contacto permanente con sus profesores. El verdadero naufragio llega en Secundaria y ayer tocaba recompensa. En un modesto acto protocolario impusieron la beca por haber terminado con éxito cuarto de ESO a ocho chicos. Cuatro lo han completado en Mérida, uno en Badajoz, y tres en Cáceres.

Padres

Desde la Fundación explican que el refuerzo diario que reciben en sus aulas les permite superar la Primaria, pero ya en Secundaria hay que trabajar mucho en casa. Los padres tienen un papel clave en esta etapa y el entorno a veces les desmotiva.

La motivación la pueden encontrar en el propio centro, pero la redistribución escolar también juega en su contra. En cada ciudad, la comunidad gitana se concentra en un centro. «No dependen de nosotros, pero sabemos que los colegios guetos no funcionan. Si un niño deja de ir, otro también, si uno deja de estudiar, otro también. Se retroalimentan y de lo que se trata es de buscarles referentes en positivo».

La falta de referentes de la que habla la monitora también afecta a Manuel Vázquez. Estudiante de tercero de ESO en el Santo Ángel de Badajoz. Viven en el Casco Antiguo y lamenta que de todos los niños de 16 años del barrio, solo dos siguen estudiando. «Mi familia se dedica al mercadillo y yo quiero otra cosa. Estudiar hoy es la cama para mañana. O hago una FP y me meto en el ejército o el bachillerato para estudiar una carrera. Ya veremos».

Entre las muchas historias antiprejuicios que se escucharon ayer en el campus, merece la pena conocer la de Ghassem. Iraquí de 13 años y residente en Mérida desde hace tres. Salió de su país con seis. Llegó a Madrid, más tarde a Barcelona y ahora Mérida. A pesar de tanto cambio no ha perdido curso y saca buenas notas. El secreto, cuentan los monitores, es que sus padres están muy encima para que se adapte a los compañeros. En el IES Albarregas es uno más. «Mis padres siempre me decían que repasara lo que traía de cada colegio. Me gustan las matemáticas. Quiero estudiar ingeniería y volver a mi país». También le dicen que es un ejemplo.

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